Etapa Primaria (2do Septenio)
El ideal básico del SEGUNDO SEPTENIO es LA BELLEZA, y su característica es lo artístico imaginativo. El niño a de esta edad es un poeta y hay que ayudarlo a que se exprese. Sus sentimientos se expanden, introspección y extroversión caracterizan esta época.
En el niño del segundo septenio se abre una nueva vida de sentimientos a través del sistema rítmico y especialmente a través del pulmón. El sentir tiene que ver con los órganos rítmicos, corazón-pulmón y se establece la relación pulso-respiración.
Cuando el niño entra en Primaria es recibido por su maestro tutor, que le acompañará durante los seis cursos consecutivos de esta nueva etapa. Se trata de lograr un vínculo afectivo que genere un ambiente de confianza entre el maestro y el estudiante.
La tarea del maestro tutor es la de presentar al niño el mundo, para que puede ser explorado, experimentado y descubierto. Y lo hace estableciendo una cálida vinculación anímica en una positiva atmósfera de clase, creando sólidos hábitos de trabajo y dando sentido a los contenidos dentro de un todo integrado.
La naturaleza de la mente infantil en esta etapa de la vida es esencialmente pictórica e imaginativa. Las percepciones sensoriales del septenio anterior son ahora representaciones: se forman imágenes a merced de los órganos de aprendizaje. La memoria y el pensamiento imaginativo deben ser cuidados por quienes rodean al pequeño. La fantasía es ahora emotiva y estética y debe ser respetada.
Cada día comienza con el saludo individual del tutor a cada estudiante y a continuación con un periodo conocido como “clase principal”, de unas dos horas de duración, en el que el maestro tutor imparte las asignaturas en bloques de varias semanas que se organizan alternadamente a lo largo del curso escolar.
Al transmitir los contenidos de manera viva e imaginativa, el niño puede identificarse íntimamente con ellos y de esta forma realiza el verdadero aprendizaje, sin ser apenas mecánico o memorístico.
Cada clase está estructurada de una forma artística, impregnada de ritmo, estructura y sentido. El niño necesita vivenciar lo bello y sentir alegría al realizar la tarea. Diariamente se trabaja con recitaciones, canciones, música y movimiento para poder dar paso a los contenidos y al trabajo individual en su cuaderno. El final de la clase se reserva al material narrativo propio de cada curso, de acuerdo al currículo Waldorf.
La educación Waldorf intenta hacer de los valores humanos el elemento central del currículo. En un entorno nunca competitivo, creando un clima de colaboración, se anima a los niños a sentir satisfacción profunda por su trabajo bonito y bien realizado, estimulándoles a dar siempre lo mejor de sí mismos, valorando el esfuerzo individual, respetando su proceso evolutivo y atendiendo a sus necesidades de acuerdo al momento madurativo en que se encuentran.
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