Etapa Infantil (1er Septenio)

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL SEPTENIO:

Hay un ideal básico que lo caracteriza que es la bondad. Significa que el/la niño/a viene de un mundo bueno, natural, celestial e invita al adulto a dar lo mejor de si.

En el primer septenio (de cero a siete años), el niño emplea todas sus energías para el desarrollo de su físico. El manifiesta toda su voluntad a través de intensa actividad corporal. Esa actividad, que desencadena la formación del físico, se metamorfosea en mayor o menor capacidad de actuar con libertad en la vida adulta, en el ámbito cultural- intelectual.

En esta fase el niño tiene una gran apertura en relación al mundo. El acoge sin resistencia anímica todo lo que recibe del ambiente que lo rodea, entregándose al mundo con CONFIANZA ilimitada. Vive en un estado de ingenuidad paradisiaca, en un mundo en que el bien y el mal se confunden indistintamente.

En el niño, todos los órganos de percepción sensoria están abiertos y, a partir de una intensa actividad en su interior, él responde con la repetición de los estímulos venidos del ambiente exterior, con la IMITACION. Esa imitación es la gran fuerza que el niño del primer septenio tiene disponible para el aprendizaje, inclusive para el hablar, para el hacer, para lo adecuado y lo impropio del comportamiento humano. Y es por medio de la imitación que asentará las bases y el fundamento (aun sin conciencia), de su moralidad.

Por tanto, el impacto del gesto y del ademán del adulto que acompaña al niño es vital, pues podríamos decir que siendo la UNIDAD su elemento: “el niño vive dentro del adultoCada impulso anímico nuestro deja sus huellas en el niño. “Cada influencia, cada gesto del mundo circundante tiene un efecto plasmador en el niño”. . Del mismo modo como el agua refleja arboles, montañas y nubes, el alma del niño recepciona todo aquello que lo rodea. (Marta Heimeran) De ahí que sea tan importante el compromiso del adulto con su auto-educación.

Lo invisible es visible, para el niño. Los adultos tenemos un efecto sobre el niño, por un lado, a través de aquello que hacemos, y por otro, a través de aquello que somos. Aquello que decimos, se convierte en elemento de segundo rango, dado que el niño se relaciona con aquello que en su entorno se siente, se piensa y se trata de emprender.

El hecho de que el niño es receptivo con respecto a pensamientos y a sentimientos, ha sido comprobado también por la reciente investigación de las neuronas-reflejo: “Lo sorprendente es el hecho de que esas vías nerviosas, –contrariamente a lo que hasta ahora se suponía- NO solamente entran en actividad cuando se mueve un miembro del cuerpo propio, sino TAMBIÉN cuando se observa ese mismo movimiento en otra persona. (Rizzolatti Giacomo/Sinigalia Corrado:Empatía y las neuronas reflejo”). Mediante la investigación de las neuronas-reflejo se ha llegado a los fundamentos fisiológicos de la imitación. El niño pequeño imita aquello que vivencia todos los días, todo cuenta: tanto el bito de pasear todos los días de su abuelo, el manejo de una herramienta, el sacudir del mantel, el marcar los precios de la vendedora en el supermercad el tono de voz del adulto que se expresa…

El/la niño/a está plasmando sus órganos y debe resguardarse mediante:

  • Una sana alimentación
  • Un sueño apacible
  • Percepciones sensoriales no distorsionadas, intelectualidad precoz, estímulos visuales o acústicos violentos.
  • Presencia constante de lo rítmico en el aprendizaje, en los juegos y actividades sociales.
  • Comportamiento moral